Referencias que se pierden

José A. Ponte Far VIÉNDOLAS PASAR

FERROL

15 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

En algunas cosas los tiempos de hoy nada tienen que ver con los de antes. Un ejemplo: a mis hijos les sorprende que yo conozca bien, no solamente el nombre de los santos importantes, sino incluso el día del año que tienen dedicado en el santoral. Y no pueden evitar una sonrisa cuando, hablando entre nosotros, digo que tal cosa ocurrió por San Antonio, o que aquello pasó por San Pedro, o que las nueces empiezan a madurar por San Miguel, o que el apogeo del verano se da alrededor de la Virgen de las Nieves.

Le suena a un lenguaje de otro tiempo, más propio de monasterios medievales. Aunque sean expresiones que solo utilice en términos coloquiales, yo las tengo por normales. Quizá porque desde pequeño estuve muy relacionado con el mundo de los santos y sus devociones. Primero en casa, después con los curas en el colegio.

Leí con mucho interés vidas y milagros de muchos de ellos, a veces tan interesantes, por cierto, como cualquier novela de aventuras.

La gran impulsora de tal interés fue mi abuela paterna, que rezaba rutinariamente, pero con la perseverancia de un picapedrero: no había santo en el cielo para el que no tuviese la ración diaria de avemarías acompañadas de peticiones estrafalarias, aunque tenía sus preferidos. El primero, San Antonio, que le ayudaba a encontrar lo que ella antes había extraviado.

Pero por el entusiasmo con el que hablaba de él, yo creo que su favorito de verdad era san Vicente Ferrer, del que siempre contaba que su obispo había llegado a prohibirle hacer más milagros sin su permiso: tantos y tan frecuentes eran los que hacía casi a diario. Y él obedeció a rajatabla, hasta el punto de que un día, estando el santo en la calle, vio cómo un albañil se caía de un andamio muy alto. Lo detuvo en el aire, fue a ver al obispo, pidió su permiso y, una vez obtenido, hizo que descendiese suavemente al suelo entre los aplausos de los viandantes estupefactos.

¡Esos sí que eran milagros de santo! Porque los de hoy parece que han bajado el nivel. Quien tenga fe tiene que volver a los clásicos. Son más fiables.