El miedo a ir al médico

Rosendo Bugarín
Rosendo BugaríN MÉDICO DE FAMILIA

OPINIÓN

CESAR QUIAN

25 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

A todos nos produce cierta tensión o desasosiego acudir a una consulta médica. Los motivos pueden ser diversos, probablemente los más frecuentes sean el miedo a recibir una mala noticia relacionada con un problema salud o el temor a sufrir dolor durante una prueba o exploración. Tampoco es rara la preocupación de poder sentirse presionado por el profesional para cambiar de hábitos de vida (abandono del tabaco, realizar ejercicio físico o llevar a cabo una alimentación saludable).

Si bien, en la mayor parte de los casos, dicha inquietud no es relevante, en algunas ocasiones sí tiene consecuencias, el fenómeno de bata blanca es una de ellas. En efecto, en muchas personas, las mediciones de la presión arterial en los consultorios son más altas que en otro entorno «más tranquilo» para ellas como puede ser su domicilio. En otras ocasiones, el paciente anula de forma reiterada las citas médicas que previamente había solicitado, opta por la automedicación o deja de realizar las medidas preventivas oportunas como, por ejemplo, la vacunación.

Cuando este miedo es extremo, injustificado, irracional y causa repercusiones negativas en el estado de salud de la persona nos encontramos ante un trastorno que se denomina iatrofobia. Aunque este tipo de fobia se ha relacionado con la infancia y la adolescencia, también acontece en la edad adulta y, en ocasiones, está en relación con experiencias previas desagradables en un entorno sanitario. Paralelamente parece ser más frecuente en los hombres que en las mujeres.

Es importante que las personas que sufren este problema aprendan a tomar medidas que les ayuden a gestionar el miedo y a entender y controlar sus emociones. Algunas de estas recomendaciones pueden ser muy sencillas como, por ejemplo, solicitar la cita a primera hora de la mañana e incluso tomar un tranquilizante suave la noche anterior y una hora antes de acudir a la consulta. Además, es útil llevar un libro para entretenerse durante la espera o acudir acompañado con un familiar o amigo y, obviamente, comentarle al médico el problema para que este pueda ayudar generando un clima de empatía y confianza que contribuya a la relajación.

La telemedicina también podría ser un aliado ya que hace posible, en algunos casos, no tener que desplazarse al centro sanitario y llevar a cabo la consulta en un entorno familiar para el paciente que le haga sentirse más seguro.

Si el miedo es persistente e incapacitante lo prudente es recomendar ayuda especializada, ya sea a través de un psicólogo o un psiquiatra, para así diseñar una estrategia que ayude a solucionar el problema. Puede ser útil indagar en el pasado, tratando de averiguar un episodio anterior traumatizante que haya podido ser clave como desencadenante, ya que esto contribuirá a tomar una mayor conciencia sobre la irracionalidad del miedo y así comenzar a afrontarlo y restarle importancia. Uno de los recursos más frecuentemente utilizados es la terapia cognitivo-conductual, técnica que puede implicar la exposición progresiva del paciente hacia el estímulo que provoca su fobia.